El día de vuestra boda me dedico a “estar ahí” disparando fotografías a lo loco, desde el primer café de la mañana hasta la fiesta, porque una boda no se interrumpe para sacar fotografías. Para vivir lo que vosotros vivís ese día, para crear recuerdos tan personales, necesito respirar el mismo aire que vosotros, necesito no ser un “fotógrafo” haciendo fotos, sino un invitado de excepción en primera línea de todos los momentos de ese gran día.
Por eso estaré con vosotros desde el primer café de la mañana hasta la fiesta, en los preparativos de los novios, ceremonia, el cocktail, el banquete, y me quedo aproximadamente una o dos horas de la fiesta.